
La relación directa entre el cáncer en las mascotas y el humo del tabaco
Cada día somos más conscientes de los innumerables peligros que el tabaquismo produce en el ser humano. Sin embargo, quizás no lo seamos tanto en relación a nuestras mascotas.
Según varios estudios, entre ellos uno realizado por la Universidad de Glasgow, en Escocia, los perros y gatos que tienen contacto habitual con el humo del tabaco también pueden padecer enfermedades derivadas de este hábito.
Y es que cuando fumamos cerca de nuestras mascotas, no reparamos en que el humo del tabaco es igualmente dañino para ellas, convirtiéndolas por distracción en fumadoras pasivas. E incluso activas; en algunos casos estudiados la piel de perros y gatos contenía un grado de nicotina equiparable al de cualquier fumador.
En las mascotas las consecuencias del tabaco no son asunto baladí; el contacto diario con el humo de los cigarrillos puede producirles daños celulares, agravar problemas respiratorios y cardíacos, generales alergias, tener repercusión en el peso o ser punto de partida de patologías tan graves como el cáncer.
Hay que tener en cuenta que cuando fumamos dentro de casa emitimos partículas que se distribuyen por todos lados, alojándose especialmente en alfombras u otras superficies similares; lugares especialmente frecuentados por nuestros peludos para descansar o dormir. La situación se agrava si fumamos en zonas no ventiladas o si nuestras mascotas apenas salen al exterior, produciéndose el contacto con estas sustancias nocivas básicamente sin interrupción durante todo el día.
Según los expertos, la convivencia en un hogar donde se fuma habitualmente aumenta las probabilidades de que los perros sufran cánceres de tipo respiratorio, como el de pulmón. Y es que los canes utilizan el jadeo como medio de control de su temperatura, aspirando humo más rápido que el propio fumador, algo que les perjudica especialmente y de lo que debemos ser conscientes antes de encender un cigarrillo a su lado.
Un estudio de la Universidad de Colorado, EEUU, añade un dato más: el tabaco afecta especialmente a los peludos de hocico largo, registrándose en ellos más casos de tumores nasales que en canes de nariz achatada; una afección, por otro lado, con pronóstico bastante grave.
La situación respecto a los gatos no es mejor. Su vulnerabilidad a la toxicidad del tabaco es aún mayor que en el caso de los perros. La explicación es sencilla; por una parte, los felinos pasan una gran cantidad de horas en casa, algunas más que los canes, y eso contribuye a que las probabilidades de que desarrollen algún tipo de cáncer, como el linfoma, aumenten e incluso se dupliquen.
Pero además, los gatos mantienen una rutina de limpieza muy estricta que, en este caso, no les beneficia. Hay que tener en cuenta que, en estas circunstancias, al lamer su pelo y su piel, también ingieren todas esas sustancias nocivas asociadas al tabaco. Es por ello que son especialmente sensibles a padecer cánceres bucales.
Todos estos estudios nos hacen tomar conciencia del daño que el tabaco ocasiona no solo al ser humano, sino también a nuestras mascotas. La buena noticia es que en todos los casos, esos riesgos, como el humo, se disipan al apagar el cigarrillo.
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